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Acosado
Os voy a contar una historia.
Hace un par de años, estando ya con Dani como pareja, a algún graciosillo (por no decir otra cosa) se le ocurrió colgar un mensajito en cierta web de anuncios bastante conocida que decía lo siguiente:
Chico joven, con problemas económicos y en paro se ofrece para sexo por dinero. Por favor, sed discretos, ya que tengo novio. Disponible las 24 horas.
Al mensajito le acompañaba una foto mía relativamente antigua (como que me la hice cuando el primer accidente), y ojo, mi jodido teléfono móvil.
Empezaron a lloverme llamadas. Una tras otra, tras otra, tras otra. A la hora de comer, en la siesta, estando en la calle, de noche…
Cuando por fin descubrí en dónde estaba el anuncio, conseguí que lo quitaran. Pero como si le hablara a un muro: el graciosillo en cuestión volvió a postearlo. Y volvió a postearlo. Y etcétera y etcétera.
Hoy, HOY, más de dos años después del primer anuncio, sigo recibiendo llamadas. Hoy han sido cinco. ¿Alguien me da algún consejo?
Gracias por aguantar mis chorras.
P.D.: Como sabéis, no puedo dejar de hacer un chiste o comentario gracioso hasta en los peores momentos: mi glándula del sarcasmo sigue funcionando hasta entonces. Así que para aliviar un poco el tono del post, aquí os obsequio con el vídeo más gay que he visto en mi vida. Con todos ustedes, ¡los Village People y su «Sex over the phone»!
Momento musical: Blue Oÿster Cult – Don’t Fear the Reaper
Con todos ustedes, un auténtico clásico del Rock:
Ahora que ya habéis visto el vídeo, un par de curiosidades:
Esta canción fue votada en el 76 como mejor single de la historia del Rock por la revista Rolling Stones.
Aparece como referencia en multitud de shows, películas y libros: desde los Simpsons (aparece en un par de episodios) al libro «The Stand» de Stephen King. ¡Incluso en un capítulo de Yu-Gi-Oh! De hecho, y para terminar, el lema familiar de la Muerte en Mundodisco es «No temas a la parca» (Fear not the reaper).
Fuente para ésto último: Wikipedia
La advertencia de la semana
El disco que estás a punto de escuchar contiene parodias con lenguaje ofensivo, imaginería satánica y descripciones de fantasías sexuales desviadas que pueden ofender a la derecha religiosa, a la izquierda atea, a las chicas gordas, a las chicas delgadas, a los metrosexuales, a los amantes de los animales, a los que odian a los animales, a los hippies, a los cabezas rapadas, a la administración presidencial actual y a cualquiera que tenga oídos. La compañía discográfica y las compañías a las que ésta pertenece no soportan ni apoyan las opiniones de Steel Panther. Simplemente piensan que son la puta ostia.
Encontrado en la carátula trasera del disco «Feel the Steel» de Steel Panther.
En todos lados cuecen habas
He perdido la cuenta de las veces que me he reído – no, perdón, descojonado – con esos grupos españoles que se empeñan en cantar en inglés, imagino que con ánimos de expandirse más allá de las fronteras nacionales.
Desde Barón Rojo y su Brutal Volume (sí, hicieron una versión en inglés, con la ayuda de Bruce Dickinson como traductor) a Dover, ésta pequeña manía patria, que no patriótica, me ha dado muchas y muchas ocasiones de reírme.
¿Que a qué viene ésto? Fácil; me he descargado el nuevo EP de los americanos Manowar, Thunder in the Sky. Con la canción Father, en 16 idiomas. A saber: inglés, búlgaro, croata, finlandés, francés, alemán, griego, húngaro, italiano, japonés, noruego, polaco, portugués, rumano, español y turco.
Todavía estoy riéndome al escuchar a Eric Adams decir «Paddre». Por no hablar de la versión en japonés, que hay que escucharla para creérselo.
Próximamente hablaré del EP más a fondo, que creo que se lo merece.
Una fantasía menos por cumplir
Si hay algo notable en mi personalidad, es que soy influenciable. Muy influenciable. Yo era de los que de pequeño, después de ver Dragonball se liaba a ostias con el más cercano al grito de «¡Toma, Freezer!». El día que ví el primer capítulo de Friends, se me antojó tener una cafetería cercana y molona a donde ir con mis amigos, y no el bar de mala muerte que frecuentábamos.
Por lo tanto, era absoluta y totalmente lógico que en el momento que vi Alta Fidelidad (sí, con John Cusack), se me metiera el gusanillo de asistir a un concierto «íntimo». No me malinterpretéis; los conciertos multitudinarios son geniales (de hecho, la noche que vi a Blind Guardian en directo se me quedó grabada a fuego en lo más hondo), pero les falta algo… ¿la exclusividad, tal vez?
No es lo mismo estar mil o dos mil personas, gritando y coreando y saltando y sudando y llenando la atmósfera de energía, que estar sentado en un bar pequeñito, viendo como un grupo toca en plan acústico ante un público de como mucho, cincuenta personas. Y debo decir que la experiencia fue genial.
Estábamos prácticamente todos (menos Dani, que tenía que estudiar): Bea, Isra, Dry, Eduard, Esther, Pablo, María, Juanjo… ¡incluso se presentó Carmelo!, aunque éste sólo por un ratito – ni siquiera se quedó a esperar a que llegaran, el muy aguafiestas.
El grupo en cuestión se hace llamar Laborda Manouche trío. Pese a mi supuesta melomanía no sé diferenciar mucho entre géneros (ni siquiera sé qué diferencia hay entre el power metal y el epic metal, si es que hay alguna), pero según el cartel del concierto tocaron jazz y swing de los años 30. Estábamos bastante cerca del escenario, y debo decir que fue un lujo ver como los dos guitarristas rasgueaban las cuerdas, y la voz de la chica era suave, melodiosa y evocadora (aunque para la próxima vez espero que le pongan un micrófono por lo menos.)
Aparte del repertorio en inglés (la gran mayoría), tocaron un par de cancioncitas en francés, y para rematar, como bis, la famosa Bésame mucho.
Y ahora que ha quedado ya claro que como crítico musical me iba a morir de hambre, os hago una pregunta… ¿a que os esperabais un relato porno, eh, guarretes?
P.D.: Se me olvidaba. El concierto fue en el bar Arrayán, en la calle del mismo nombre, por la zona de la Macarena. Y piensan hacer más, muchos más, así que estaos al ojo.
No soy el único
Una de mis aficiones, sin lugar a dudas, es la música. De hecho, entre las que tengo, es la más cara de todas, y con diferencia.
Olvídate de la informática, porque un ordenador te puede durar dos o tres años, o incluso más. Olvídate de los libros, porque intento ir siempre de segunda mano o de prestados, y tampoco tengo tanto sitio para ponerlos. Olvídate de los cómics, porque al precio que están tiendo a evitar comprarlos.
La música, sin embargo, es otra cosa. Otra cosa muy, muy diferente. Teniendo en cuenta que tengo exactamente 260 CDs (sí, soy así de obsesivo compulsivo), y poniendo una media de 12 euros por disco, sacamos que ya me he gastado más de tres mil euros en CDs, por no hablar de los efectos colaterales: ya llevo comprados dos programas de catalogación de CDs (Music Collectorz para Windows y CDPedia para Mac), y dos programas para normalizar el audio (iVolume 2 y(1) iVolume 3). Y no olvidemos las revistas que ya no compro, como el Kerrang o el RockHard(2).
Sí. Mirando en retrospectiva, me he gastado una tonelada de billetes en música. Y lo más importante, no me arrepiento.
Esto viene, sin ir más lejos, a que ayer al volver del trabajo, decidí darme una vuelta por la Avenida de la Constitución, por pasear un rato. Y allí estaba, en la puerta del Rodilla. Una chica joven, con un café grande y mirando un CD nuevo, original, ojeando hasta el libreto.
Sí, tengo novio, pero no pude evitar acercarme y preguntarle qué CD era, que era raro ver gente comprar CDs y disfrutarlos de esa forma incluso antes de llegar a casa, como yo… ¡cuántos plastiquitos de CD habré tirado yo en el Starbucks, coño!.
Y aquí lo digo: no soy el único que compra CDs, y pese a la SGAE, me alegro. Qué leches, me alegro.
(1) Sí, es una y, y no una e. Al ser un programica inglés se pronuncia AiVolium.
(2) Rockhard. Acabo de darme cuenta del enorme potencial del nombre de dicha revista: se puede traducir por «Dura como una piedra». Sí, el mundo heavy siempre tuvo su toque homoerótico – todavía no puedo creer que la gente se sorprendiera al ver salir del armario a Rob Halford.
Una blasfemia (con chiste de regalo)
– ¿Por qué saltaron al océano todos los viajeros del Titanic?
– Por que oyeron cantar a Celine Dion
Gran verdad ésta, gran verdad.
A la hoguera: Canciones medio mudas
Últimamente no sé si os habéis dado cuenta, pero estoy muy quejica. Quejas sobre la cámara, quejas sobre los viejos que no dejan pasar, quejas sobre… etcétera, etcétera. El caso es que, para celebrar esta ‘nueva’ actitud mía, empiezo con una serie de posts donde intentaré quemar todo lo que me esté dando asquito, coraje o puro y llano odio.
E inauguro el temita con, tachán, las canciones medio mudas. Si, sé que no es una sorpresa. Está arriba en el título. Demándame.
¿A qué me refiero con las canciones medio mudas? Dichos temas son una ‘reliquia’ de los tiempos en cuando el álbum importaba más que la canción suelta, en cuando se escuchaban los CDs enteros en vez de poner MP3 aleatorios… y aun así, ya los odiaba entonces. Suelen estar justo al final del disco, ya sea solitariamente o precediendo una canción oculta o un simple grito. Canciones que duran 14 minutos y dejan de sonar a los 7, para a los 13:30 dejarte sordo de pura sorpresa. Odio estar escuchando canciones aleatorias y que de repente se pare la música durante 6 minutos sólo porque alguien pretendía ‘sorprenderte’.
Por nombrar unos cuantos temas medio mudos, aquí van éstos: ‘Fall from Grace’, de Kamelot, perteneciente al disco ‘Karma’. ‘A World of my Own Making’, de Fight, en el disco ‘A Small Deadly Space’. Sin ir más lejos, ‘La cansión instrumentá del hombre que no se podía estar callao’, o algo así, de los Mojinos Escozíos. Y para rematar, con las canciones ocultas, ponemos la más chulesca de todas: después de ‘For You’, el tema 9 en el disco ‘Greatest Lovesongs, vol. 666’ de H.I.M. nos encontramos con 56 pistas sin nombre y sin sonido, de 5 segundos cada una, para que en el tema 66 suene una pista oculta, que cómo no… empieza con silencio.
Si recordáis alguna más, ahí tenéis los comentarios. ¡Ayudadme a hacer memoria!